Primavera del 2004. Una nueva escapada para disfrutar de la sensación de libertad que nos ofrecen unas tablas de esquí deslizándonos por la ladera de una hermosa montaña nos lleva hasta Rusia.
En el Caúcaso ruso, concretamente en la República Autónoma de Kabardino-Balkaria junto a la frontera con Georgia, se ubica la montaña más alta de Europa: el monte Elbruz (5.642 metros). Un hermoso volcán que los balkares llaman Mangitau,"el monte por encima de miles de montañas".
Y, ciertamente, ese nombre le hace justicia porque el Elbruz se eleva majestuoso casi mil metros por encima de las demás cimas que forman la agreste y salvaje Cordillera del Caúcaso, frontera natural entre Europa y Asia.
Aprovechamos el viaje para hacer una obligada parada en Moscú y visitar La Plaza Roja, el Kremlin,el Mausoleo de Vladímir Ilich Uliánov, el Metro (al que llaman "El palacio subterráneo") y ver el solemne cambio de guardia en el monumento a los caídos en la "Gran Guerra Patria". Y es que en la vida no todo consiste en subir y bajar montañas....
De Moscú tomamos otro vuelo que nos llevó a Mineral'nye Vody, postsovietica y decadente ciudad del sur de Rusia donde nos esperaba nuestro guía de la compañía CET NEVA Ivan Moshnikov. Perfecto e indispensable anfitrión en una zona en la que casi nadie hablaba inglés y que estaba, visto por nuestros occidentales ojos, demasiado militarizada, aunque en ningún momento sentimos inseguridad y es que el que más miedo metía era nuestro propio chofer balkar.
En furgoneta proseguimos adentrándonos en Kabardino-Balkaria hasta el valle de Adyrsu, frontera con Georgia y perfecto lugar para aclimatar y sobre todo esquiar como psicópatas por unas interminables palas cargadísimas de nieve virgen.
El tiempo inestable que sufrimos los días de aclimatación fueron una bendición para nuestra posterior subida al Monte Elbruz ya que encontramos la montaña en unas condiciones apoteósicas: día despejado y nieve polvo desde la cumbre hasta el pueblo de Cheget. ¡Brutal!
Pero como se dice que una imagen vale más que mil palabras aquí aporto unas cuantas fotografías que desearía fueran capaces de expresar, aunque fuera en una pequeña proporción, la pasión que sentimos cuando viajamos... la sobredosis de vida que nos inyecta un viaje tan intenso...