30.1.09

Días tormentosos, días tranquilos.



El temporal de viento y lluvia que asoló la Península Ibérica durante estos últimos días me obligaron a variar los planes.

Lo que iba a ser un intenso fin de semana de esquí y escalada se transformó en unas hogareñas jornadas en las que apenas salí de La Ḷḷera.


Con semejante panorama el mejor plan consistía en quedarse tranquilamente en casa.

Me aprovisioné con exquisitas viandas y vinos añejos para alimentar mi cuerpo, leña de roble y haya para alimentar la chimenea y un puñado de buenas películas para alimentar mi espíritu. Sólo me faltó un buen tabaco de liar,... pero es que lo estoy dejando ... creo.

Tenía todo lo necesario para pasarlo realmente bien, fomentar mi marcada vena sibarita y dedicarme a contemplar la fuerza de la naturaleza.

El viento ululaba en el exterior de la casa, los árboles se agitaban locamente y periódicamente densas cortinas de agua lo empapaban absolutamente todo produciendo una suerte de música repetitiva al golpear las gotas contra el cristal de las ventanas.

Las tormentas alternaban con otros momentos de calma en los que el sol, tímidamente, hacía su aparición y el día se tornaba absolutamente radiante. Se oía entonces la melódica música de la multitud de pajarillos que tengo por vecinos.

La luz después de la tormenta es de una especial belleza.

¡Qué bien se está refugiado en el calor de la chimenea!... con la placidez que proporciona un buen fuego me afano en trastear con el ordenador y releer alguna revista de montaña, así me voy mentalizando para pasarme la próxima semana telemarkeando como un psicópata por Cerler.


Normalmente me paso el día corriendo de un sitio a otro: voy corriendo al trabajo, tras el curro voy corriendo al puerto a esquiar, corro para entrenar, incluso corro para comer...

... vivo corriendo.

Y me encanta. Hacer muchas cosas diferentes me mantiene muy vivo, por eso también a veces hay que saber frenarse, relajarse, sentir la calma que produce no hacer nada especial...

...y aprender a disfrutar de la vida contemplativa.


18.1.09

De excursión por el Puertu Payares.


De vuelta por Asturies tras unos apoteósicos días de esquí en Cerler nos juntamos un grupo de amigos para dar un agradable paseo por los montes cercanos al Puertu Payares.

Rubén, Amaya, Raquel, Rosana, Víctor y yo no tuvimos que ir muy lejos para encontrar buena nieve. El Picu Celleros estaba radiante este sábado frío, ventoso y soleado.

Llegamos a la cumbre, nos recremos con las vistas, bajamos con elegancia y finalmente nos deleitamos con unas estupendas tapas de chorizo, queso y cecina de la tierra leonesa.




Otra intensa jornada de actividad y amistad.

17.1.09

Talones libres.


Descubrí el esquí ya mayor.

Cuando tenía 28 años decidí que para disfrutar con más intensidad de mi pasión por las montañas era necesario aprender a deslizarse por las laderas nevadas, así que con mi amigo Carlos me fui a Candanchu a hacer un primer curso de iniciación para lograr hacer la cuña rodeado de chiquillos.

Por tanto llegué al mundo del esquí desde el mundo de la montaña y en aquella época los montañeros en general aborrecíamos todo lo que provenía de las estaciones de esquí. Éstas eran a nuestros ojos lugares contaminados por el mundo urbano y las evitábamos a toda costa.

Y en consecuencia practicábamos un esquí de supervivencia: subíamos bien y después bajábamos como podíamos.

Pero eso no me satisfacía así que decidí que había que adquirir una técnica lo más depurada posible y para ello era indispensable practicar en una estación y realizar cursos que me ayudaran a mejorar.

Y así, poco a poco, mis intenciones fueron cambiando y empecé a gozar del esquí cada vez con más fuerza hasta el punto que dejó de ser un medio para convertirse en un fin en si mismo.

Un día llegué al Valle de Benasque para realizar un curso de esquí de montaña y me enamoré de ese maravilloso lugar. Desde entonces acudo cada año, allí me siento como en casa rodeado de buenos amigos con los que comparto plenamente nuestra pasión montañera.

El año pasado di un paso más y con Aitor nos apuntamos en Cerler a un curso de iniciación al telemark. Paradójicamente la técnica de esquí más antigua nos ofrece las sensaciones más puras. Esos bellos giros flexionando las rodillas nos acerca más a la nieve y los talones libres nos dan plena libertad en las bajadas.

Por eso a partir de ahora intentaré dejar de ser un "escayolado" ... ¡talones libres!



12.1.09

Día Salvaje.


Absolutamente salvaje fue la esquiada que nos pegamos este espléndido domingo 11 de Enero en el que un heterogéneo grupo de psicópatas esquiadores de montaña conseguimos llegar hasta Sotres, casi incomunicado por las últimas nevadas de un invierno que está consiguiendo colmar nuestros inagotables deseos de nieve polvo.

Fue alucinante coincidir con tanta buena gente y juntarnos para esforzarnos subiendo, gozar bajando, reirnos subiendo y bajando, abrir desmesuradamente los ojos con la increible visión que desde la cumbre del Picu Deboru teníamos de Los Picos de Europa, beber un cerveza fría, comer un pincho que sabía a comida de auténtico lujo, y volver a casa con la sensación de que éramos absolutamente felices.

El Picu Deboru al que erróneamente en los mapas llaman Cuetu Tejáu es un divino balcón de 2.159 metros que desde el Macizo Oriental de Los Picos nos permite asombrarnos de la belleza omnipresente de este rincón de Asturies.

Con un invitado de excepción, nuestro querido amigo patagónico Adrian Falcone, nos deslizamos por 1.1oo metros de desnivel de exquisito polvo blanco con vistas al bravío mar Cantábrico.



...y mañana a Benasque. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?...

10.1.09

Buen comienzo.


Tras pasarme los últimos diez días del año compaginando el esquí por las mañanas, el trabajo por las tardes y las farturas navideñas a todas horas, el día 1 de Enero salí disparado directo a Manzanares el Real para disfrutar de una semana de escalada.



Dejé atrás una Asturies radiantemente blanca, atravesé raudo la gélida meseta y aterricé en mi querida Pedriza.

Escalamos en el atlético Vellón y la técnica Pedriza, comimos bien, bebimos aún mejor, conversamos con muchos amigos, y seguimos alucinando con la belleza de estos lugares,...



...fue un buen comienzo de año.