24.10.09

Soñando.


Hace ya casi un mes que llegué de La Patagonia.

Vine con mucha energía, quizás demasiada ... porque fue llegar a casa supermotivado después de ver a los habitantes de El Chaltén atareados construyendo o arreglando sus casas, que también a mi me entraron unas repentinas e inesperadas ganas de ponerme a pintar la fachada de mi hogar en La Ḷḷera.

Un lavado de cara ya le hacía falta a la casa.

Y lo hice con tanta vitalidad e ímpetu que en el fragor del trabajo me golpeé un dedo del pie y me hice un considerable esguince.

Y desde entonces estoy rehabilitando el dedo. Vida tranquila: Música, lectura, un buen fuego en la chimenea, ver como se caen las hojas de los árboles, como menguan los días... ... puro relax.

Y también me dedico a soñar, .... sueño con una imagen recurrente:

En mis sueños me deslizo exultante por una fantástica ladera nevada haciendo, a modo de armoniosa danza, continuas genuflexiones frente a la más asombrosa montaña que mi mente pudiera llegar a imaginar........



Ya no sé si esa imagen, nítida en mi cerebro, fue real o sólo un sueño.


6.10.09

Chaltén... ¡sos una masa!


...diría un argentino para expresar que "eres una pasada"... alucinante, increíble, maravilloso,...

El Chaltén es uno de los santuarios mundiales de la escalada. El verano patagónico reune a los mejores escaladores mundiales ávidos por subir alguna de las vías más difíciles del mundo. Por el pueblo deambulan los "pros" que salen en las revistas esperando una ventana de buen tiempo.

También es uno de los destinos más populares para los trekkers de todo el planeta . Durante la temporada de verano sus senderos se llenan del colorido de las chaquetas de goretex, de bastones telescópicos, de botas con suela vibram y de cámaras digitales último modelo. Es un enorme catálogo viviente de marcas de montaña.

El pueblo en el habitualmente hostil y crudo verano patagónico se abarrota de turistas y trabajadores del sector servicios. Hay mucha gente y mucho ambiente. Tanto en los largos días como en las cortas noches.

Todo esto cambia con la llegada del aún más crudo invierno patagónico. El pueblo se vacía de turistas y casi de habitantes. La paz se adueña del lugar y la nieve de las montañas.

Solamente permanecen unos pocos habitantes, varios cientos, auténticos pioneros en pleno siglo XXI que con ahínco y vitalidad construyen sus viviendas, arreglan sus negocios o trabajan en el Parque Nacional inmersos en una naturaleza agreste, salvaje, exuberante,... majestuosa.

Compartir con ellos esquiadas, asados, mates, risas, ... es un absoluto placer. Y considerarlos mis amigos un orgullo.



Esta es la "crónica telemarkera" de mi feliz estancia en El Chaltén aderezada con la música del grupo local "Siete Venas":