10.12.09

Oasis.


En medio de una enorme sequía encontré un oasis.

Apenas hay nieve en la Cordillera Cantábrica. Las montañas siguen vestidas de un intenso verde y de roca desnuda. El año pasado por estas fechas ya llevaba casi mes y medio dándole al esquí. Fue una temporada alucinante.




Este año las estaciones de esquí, a estas alturas del mes de Diciembre, continúan cerradas por la escasez de nieve y las previsiones meteorológicas no mencionan nieve en las montañas por el momento.




No obstante incluso en estas condiciones paupérrimas un esquiador de montaña encuentra ese lugar donde hacer deslizar sus tablas y gozar de las intensas sensaciones que nos genera ascender y descender por el manto blanco.




Y lo encontré en una vacía y desolada Estación de Esquí de San Isidro con la nieve tan justa en su zona de Cebolledo que para poder bajar esquiando hasta el aparcamiento hay que ir negociando los giros esquivando hierba y piedra.




Pero tras superar Cebolledo foqueando por nieve dura y en mal estado llegas a Requejines y te llevas la sorpresa de una nieve estupenda que al medio día está en un perfecto punto cremoso ideal para que enganchen los cantos de las tablas.



Ahí se ubica ese oasis que me permite saciar mi sed de esquí.

De todas formas la próxima semana espero hartarme... en Benasque.

4.12.09

Afilados y encerados.


El Miércoles 2 de Diciembre en el Brañiḷḷín, en la Estación de Esquí de Valgrande-Payares , todavía no habían podido arrancar los remontes para dar comienzo a la temporada de esquí de pista.

No hay nieve suficiente para soportar la avalancha de esquiadores de pista y snowborders que abarrotarían la estación este puente si estuviera abierta.




A pesar de que en toda la Cordillera Cantábrica la nieve está tan escasa que no permite hacer esquí de travesía, en Payares como la pisaron y debieron de fabricar algo de nieve extra con los cañones, al menos había la nieve justa para quitar la ansiedad de las primeras bajadas de la temporada.


Esquiadores de pista no había ninguno, pero esquiadores de montaña los había por todas partes. "Okupamos" la estación. Se veía que había ganas y motivación. No hice más que saludar a amigos y conocidos mientras lo daba todo arrastrando mis tocho-esquís de telemark por el Valle del Sol.



Con los esquís bien afilados y encerados empecé a dar mis primeros giros telemarkianos por las pistas payariegas con una sensación agradable y tranquila porque parecía que era ayer mismo cuando hacia mi sucesión de genuflexiones por las montañas patagónicas. ¡Que buenos recuerdos!

Y sigo feliz de estar viviendo todo este año instalado en un permanente invierno.