Mis origenes montañeros fueron, como los de casi todos, salidas de fin de semana con el grupo de montaña explorando los bellos parajes asturianos.
Eran días divertidos,... cansarse un poco en las cuestas, sudar, charlar con buena gente, descubrir paisajes de ensueño, gozar de la paz y el relax de la cumbre, comer tirado en un prado, beber agua de las fuentes, tomar una botella de sidra, ..., reirse muchísimo, ...
... y esa placentera sensación de antaño estaba ya un poco olvidada, ahí en el cajón de mis aficiones, escondida debajo de tanto esquí de montaña, tanta escalada y tanto entrenar,...
...y este impresionante sábado de fines de Mayo, rebuscando, volví a encontrarlo, de la manera más inesperada...y con la gente más insospechada.
Mis compañeros de trabajo, sí, "trabayu", ... eso de lo que me paso el día renegando, me hicieron desempolvar mis esencias montañeras.
Habían organizado una excursión de montaña por los montes del
Conceyu Casu, que forman parte de uno de los más bellos y desconocidos parques naturales que tenemos en Asturies: el
Parque Natural de Redes.
Desde el recóndito pueblo de
Orllé caminamos junto a un río de ensueño, atravesamos la espectacular
Foz de Melordaña donde las peñas casi llegan a tocarse, pasamos por los bucólicos
mayaos de Melordaña y Valloseru donde el tiempo se detuvo, y llegamos a la cumbre del
Picu La Carasca, supremo mirador sobre los majestuosos bosques de
Casu, parafraseando al insigne Lueje.
Estos paisajes por si solos ya valdrían la pena, pero además y lo más importante, gozarlos junto a unas personas estupendas con las que lo habitual es compartir la obligación del trabajo, con sus tensiones, cansancios, presiones,... es un placer y una satisfacción.
Con ellos la palabra "compañero" adquiere su pleno significado.