30.6.10

Al final de la cuerda.



Ahí estaba yo, el último de la cordada.

Atado a mis compañeros en medio de una tormenta patagónica que nos impedía toda visibilidad. Las ráfagas de viento nos hacían perder el equilibrio y los cristales de nieve azotando nuestro rostro no nos permitían ver con nitidez las grietas del glaciar antes de saltarlas o rodearlas.

Fue un día muy largo y duro. Extenuante. Intenso y bello.

Uno de esos días que se queda grabado en nuestra memoria eterna. Esos recuerdos que permanecen imborrables a lo largo de nuestras vidas.

En ningún momento me sentí intranquilo porque estaba con mis amigos. Unido a ellos. En la montaña la comunión con los colegas es especial, se crean vínculos de enorme fuerza. Lazos resistentes como la cuerda que nos ata.

Un sentimiento de profunda hermandad se ve desde el final de la cuerda.

7.6.10

Periodo de reflexión.



Los pasados meses llegué a sentirme realmente débil y vulnerable. Nunca antes en mi vida había experimentado tal sensación de fragilidad.

Postrado en la cama o caminando con mucha dificultad apoyado en las muletas no conservaba energías ni para salir de casa.

Me refugié en la lectura y la música. El apoyo de queridos amigos y el cariño de mi familia me daban ánimos.

Por momentos la soledad se me hacía densa, el transcurrir del tiempo lento y pesado, los pensamientos se arremolinaban en mi mente obligándome a replantearme mi manera de vivir.

Tal vez este frenazo en seco, este cambio brusco y súbito, fue útil, necesario en el ritmo frenético en que vivía. Esta lesión me hizo bajar a la tierra, ver las cosas desde otra perspectiva. Yo que iba por la vida flotando en una nube, ahora me arrastraba por el suelo.


Me comencé a preguntar cuestiones que antes no me había ni planteado:

-¿qué haría si el resto de mi vida no pudiera seguir esquiando, escalando, corriendo,...?

-¿quiero seguir siendo ese absoluto egoísta que piensa exclusivamente en si mismo?

-¿la vida no es algo más que correr, correr sin mirar atrás, sin importar quién va quedando por el camino?


Gracias a la rehabilitación la rodilla ya va adquiriendo movilidad y fuerza, ya he conseguido volver a caminar sin muletas, me canso enseguida y cojeo ostensiblemente pero estoy ilusionado porque al fin vuelvo a andar.

Cuatro meses atrás todo mi tiempo libre y energías los exprimía esquiando montañas. Así me pasé prácticamente todo el año esquiando en La Cordillera Cantábrica, en la Sierra de Guadarrama, en Los Pirineos, en La Argentina,... Fue un periodo muy intenso y ahora me sorprendo de que estas imágenes cronológicamente tan cercanas las tenga yo ahora guardadas en un rincón olvidado de mis pensamientos!............





Tengo la sensación de que he vuelto a renacer. Con dificultad consigo levantarme de la cama y con esfuerzo aprendo a caminar nuevamente.

Pasear por una playa con las olas acariciándome los pies, recorrer un sendero de montaña con la luz filtrándose entre las hojas de los árboles... hoy solamente ansío que llegue el día en que pueda gozar de estas sencillas cosas.







Vuelvo a empezar, ...espero que siendo un poco mejor persona.