El día 23 de Noviembre volvió a nacer en mi esa gran pasión que estuvo muchos meses prácticamente moribunda.
Tembloroso conducía mi coche camino de San Isidro. Nevaba y hacía sol al mismo tiempo. Un paisaje excelso me daba la bienvenida en mi retorno a la montaña invernal. Me devoraban el miedo y las dudas: ¿Estaré preparado? ¿aguantará mi rodilla? ¿sabré como girar mis tablas en la nieve virgen?....
Con Vitor a mi lado apoyándome y una aparatosa rodillera sujetándome la pierna comencé a girar una y otra vez por una nieve poco abundante y apenas transformada. Tenso y nervioso tengo la sensación de que apenas sé esquiar. Pero aquí estoy de nuevo.
Y volví a subir a la montaña el miércoles 24 de Noviembre. Me acerco yo solo hasta Payares. El día espléndido y la montaña solitaria son mi escenario. E hice una gozosa actuación.
Pocas cosas en este mundo me hacen vibrar y emocionarme como el esquí de montaña. Y estos maravillosos días de otoño un sentimiento muy intenso y poderoso se despertó de nuevo en mi interior.