La silueta inconfundible del Cerro Torre y el Cerro Fitz Roy anticipan la inminencia del hogar.
La carretera serpentea a través de la estepa patagónica, hasta darse de bruces con esta muralla rocosa, fantástica y casi irreal.
A 12.000 kilómetros de Asturies, allá en el último confín de la Tierra, me aguarda la calidez del lar.
Ya llegué al Chaltén.