Esquiar en el Sur de la Patagonia es una experiencia realmente apasionante.
Es un territorio escasamente poblado, en el que los acercamientos a las montañas se convierten en todo un reto. El asfalto no existe y las pistas son muy escasas. Todo el terreno, fuera del Parque Nacional de los Glaciares, incluyendo lagos, montañas y glaciares tienen propietario, con lo que los accesos son complicados.
En El Chaltén no hay señal de teléfono móvil, ni helicópteros de rescate, y ante cualquier contingencia dependes totalmente de tus compañeros. El equipo de rescate lo conforman los propios andinistas de la zona sin más medios que su infatigable tesón y solidaridad.
Las esquiadas, incluso las más sencillas, son poderosas.
Allí un pequeño grupo de fanáticos esquiadores chaltenienses, fuertes y motivados, me revelaron los fabulosos tesoros que guardan.
Atravesando, con los esquíes en la mochila, bosques incólumes sin rastro de presencia humana, accedemos a cerros de nombres sonoros: Loma del Pliegue Tumbado, Loma del Diablo, El Mosquito, Vespignani, Cerro Eléctrico, Cerro Madsen, Gorra Blanca, Loma de las Pizarras, ...
En el reino de los huemules y los pumas esquiar proporciona las satisfacciones más intensas que pueda imaginar.