31.7.14

Lago San Martín

Los tehuelches, sus habitantes originarios, lo llamaron Lago Charre, un hermoso nombre Aonikenk que significa "lleno". 

Los incipientes estados chileno y argentino lo renombraron O'Higgins y San Martín, nombres ceremoniosos para honrar a sus respectivos libertadores. Y es que la difícil relación de vecindad entre chilenos y argentinos se manifiesta de muchas formas, entre ellas la costumbre de denominar a los accidentes geográficos que comparten, especialmente los lagos, con un nombre diferente para cada país.

Es un lago de grandes dimensiones y muy irregular, repleto de brazos, penínsulas e islas.

Las riberas del Lago San Martín están prácticamente deshabitadas. Únicamente moran unos pocos empleados de las estancias y los gendarmes que guardan las fronteras.

Una de las sensaciones más intensas que estremecen mi vida es viajar en auto a través de los vastos espacios patagónicos. Recorrer miles de kilómetros por carreteras de tierra -al que en Sudamérica llaman ripio- sin apenas cruzarse con otros vehículos, perdido en la inmensidad de estos salvajes parajes en los que los núcleos habitados son escasísimos; atravesando estepas, sumergiéndome en bosques, vadeando ríos, circunvalando lagos, coronando puertos de montaña, navegando fiordos,...en fin....viviendo intensamente.

Mandi, Cris, Mario y yo partimos del Chaltén hasta alcanzar la aislada localidad de Tres Lagos, una suerte de oasis en medio del oceano estepario. De ahí giramos bruscamente al oeste para volver a buscar la linea cordillerana.

La hospitalidad de la Estancia El Cóndor nos cedió la casa de los peones para pernoctar y el permiso para recorrer sus tierras. Bordeamos el lago hasta la Península Martillo, lugar donde actualmente finaliza la carretera que se está construyendo y que pretende, en un futuro, llegar hasta la frontera con Chile.

Continuamos a pie hasta el puesto de La Nana, un paraje de ensueño situado en una pequeña ensenada resguardada de los fuertes vientos por la Península Mackenna, donde están las ruinas de la antigua residencia del legendario Jimmy Radboone, el bandido de la Patagonia, un pionero inglés que a principios del siglo XX se estableció como estanciero con su mujer tehuelche y sus hijos.

En este lugar sientes que te encuentras realmente en los confines del mundo, y puedes llegar a imaginar las sensaciones que experimentarían los pioneros al asentarse en estas tierras absolutamente salvajes.


http://www.ombian.com.ar/SANTA_CRUZ_2008/mapa_aca_grande.jpg



Ruta 31. Tres Lagos - Lago San Martín


Gauchito Gil

Ruta 31. Provincia de Santa Cruz



Pinturas rupestres Río Chalía

Cerro Kach Aike










Estancia El Cóndor

Estancia El Cóndor y condorera de la Península Maipú

Península Martillo. Lago San Martín



Península Mackenna,Lago San Martin


Puesto La Nana

Casa de Jimmy Radboone
Península Mackenna




Puesto La Nana

Isla Doble

20.7.14

Habitantes del Chaltén


Ya conocí a algunos de los habitantes más ilustres del Chaltén: carpinteros gigantes, huemules, pumas, guanacos, chimangos....



















Un honor haber conocido a tan ilustres y esquivos personajes, aunque lo que realmente añoro es volver a ver a mis queridos amigos.

Os echo mucho de menos.


17.7.14

Cumpleaños


Hace ya muchos años que no celebro mis cumpleaños con las clásicas fiestas en las que se reunen familia y amigos en torno a la tarta, las velas y los regalos.

Esos primeros días de Abril suelo encontrarme esquiando lejos de casa. En esta ocasión la idea era la misma: agarrar los esquís e irme a algún lugar lejano. Pero justo cuando estábamos decidiendo donde ir, recibí unas llamadas telefónicas de amigos del Chaltén animándome a que les hiciera una visita, y dentro de mi se encendió esa luz patagónica que me consume. Guardé todo el equipo invernal en el trastero, compré un billete de última hora a Argentina y preparé el equipaje en tiempo récord.

En Patagonia el verano daba paso a la belleza serena del otoño. Aterricé en Calafate un luminoso día de finales del estío, recorrí ansioso y emocionado la inmensa estepa, ya tan familiar, hasta darme de bruces con la colosal muralla de los Andes Australes.

En Chaltén la temporada llegaba a su fin, la quietud se iba adueñando del pueblo, los bosques se teñían de rojo intenso, y alguna fugaz nevada nos avisaba de que el cambio de estación era inminente.

Fueron días sosegados, de charlas con amigos, paseos por bosques de cuento de hadas, atardeceres frente a lagos incólumes y alguna escalada sencilla en las paredes cercanas al pueblo. 

 La manera perfecta de festejar mi cumpleaños.