El pasado sábado subí a la cima de una montaña.
Después de tanto tiempo volví a sentirme montañero.
A 2.417 metros de altura, en la cumbre de La Penubina, experimenté nuevamente la sensación de estar colgado del cielo, atravesé las nubes, el mundo estuvo a mis pies, percibí la fuerza de la naturaleza a mi alrededor.
Sin compañía, sintiendo con más intensidad el silencio y el esfuerzo.
Sin compañía, sintiendo con más intensidad el silencio y el esfuerzo.
Y para un acontecimiento tan especial fui de estreno total: calzado, mochila y ropa de montaña nuevos.
Incluso estrené una nueva rodilla.
3 comentarios:
Buff!!!... Enhorabuena de todo corazón compañero!!!... Eso, para alguien que ama las montañas, debe ser como volver a nacer de nuevo... Esas nieblas agarradas en los Fontanes, brutales!!!... Un abrazo esgallero!!!
Esto marcha viento en popa!!! Ya casi te estoy oyendo gritarme; Mas agresivo, esquia mas agresivo.
Un abrazo Duba.
Qué güay tío, me alegro un montón.
Publicar un comentario