18.11.12

Benidorm


Después de pasarme casi dos meses vagabundeando por Patagonia recorriendo lugares de belleza espectacular sin más preocupación que decidir hacia que nueva cumbre encaminar mis pasos con mis esquíes a hombros, se hace duro volver a la rutina de la vida ovetense. 

Una rutina impregnada de sentimientos de tristeza, rabia e impotencia al ver el cariz de los acontecimientos en mi tierra. 

Demasiadas imágenes de violencia policial, de creciente pobreza, de desigualdad social, de pérdida de derechos sociales....de desesperación.

Necesitaba sentir el sol en mi rostro ahora que la sombra del desánimo lo está cubriendo todo.

Aprovechando que Aitor estaba en Benidorm decidí hacerle una visita. Allí estaban también Maribel y Oskar con los que hacía largo tiempo que no coincidía. Y estaban a punto de llegar Esti, Ziriza y Txeki.

Una ocasión estupenda para poner en práctica el hermoso sentimiento de la amistad y trepar al sol antes de volver a sumergirme nuevamente y por largo tiempo en un ambiente lluvioso y frío que hiela el cuerpo y sobre todo el alma.

Desde un Benidorm lleno de europeos del norte buscando el calor que yo también añoraba, nos acercamos hasta las escuelas de escalada de Marxuquera, Toix y Guadalest a pelear con la roca y entretanto olvidarnos del resto del mundo.

Se avecinan tiempos en los que habrá que aprender a pelear.



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