25.4.12

Crónicas Búlgaras. Las Montañas Pirin.


Tras alucinar con la impactante belleza de los edificios monásticos y especialmente con los subyugadores frescos de arte ortodoxo del Monasterio de Rila, con Marín al volante de un vehículo transgresor de normas de tráfico, como casi todos por aquellas carreteras, nos trasladamos raudos hasta nuestro nuevo destino, algo más al sur, en las bellísimas montañas Pirin.





Allí nos aguardaban otros tres intensos días de actividad ascendiendo y sobre todo descendiendo varias de sus cumbres más emblemáticas: Polezhan, Todorka y Vihren.

Esquiadas poderosas que nos dejaron una sensación inmejorable.

Intensas jornadas no sólo de esquí, también gastronómico-festivas agasajados en todo momento por nuestros anfitriones búlgaros.

El último día de esquí  nos compramos un forfait y lo dedicamos al free-ride por los espléndidos fuera de pistas que rodean la estación de esquí de Bansko y también a recorrer las pistas de un "ski resort" que fue sede de la Copa del Mundo de esquí.

Y como colofón disfrutamos de una hermosa y tranquila jornada de turismo cultural por su capital, Sofia. Crisol de culturas apreciable por las iglesias ortodoxas, mezquitas y sinagogas que junto a robustos edificios de la época soviética conforman el centro de una ciudad agradable para pasear por sus calles empedradas y transitadas por vetustos y bucólicos tranvías. 






Bulgaria, un país que a priori era totalmente desconocido para mi, resultó ser un lugar emocionante.

Un destino interesantísimo bajo cualquier punto de vista: El esquí de montaña  que era nuestro principal objetivo,  pero también la exquisita gastronomía, su riquísima cultura, la ancestral etnografía, la afabilidad de sus habitantes, su medio natural...

Tantos factores positivos que hacen que pueda afirmar con rotundidad:

Volveré.


1 comentario:

vitor dijo...

Que buen viaje. Y muy guapas las fotos. Tú sí que sabes!!!!
Un abrazo