19.11.08

Vuelta a la levitación


La pasada semana estuve trabajando en Madrid y aproveché la coyuntura para visitar queridos amigos que residen en la capital, pasear por el rastro en un bellísimo, soleado y fresco domingo de otoño, volver a experimentar sensaciones ya un tanto olvidadas como internarme en el metro, pasear por la cosmopolita Gran Via o sentirme atrapado en la vorágine del tráfico madrileño.... y es que para un reciclado asturiano de pueblo todo esto sí que es puro exotismo.

También, por supuesto, experimenté nuevamente la alucinante sensación de levitar sobre la granítica roca de la mágica Pedriza. ¡qué sensación más excitante superar las lisas placas de perfecto granito! y que diferente de la cotidiana caliza asturiana.

En el atlético mundo de los escaladores, en general la adherencia no goza de buena prensa, ni de excesivos seguidores. A mi, en cambio, me apasiona esa sensación de continua precariedad apoyado únicamente en la goma de los pies de gato y sin la posibilidad de utilizar los trabajados brazos para evitar caer si no somos capaces de movernos con precisión y templanza sobre la granulada superficie.

Y que decir del entorno, ese embriagador mundo de colores, olores y naturaleza en estado puro: el intenso olor de la jara y el tomillo, el ingrávido vuelo del buitre sobre nuestras cabezas, la inverosímil posición de la cabra montesa sobre las sugerentes formas graníticas, los cantos de los mil tipos de pequeños pájaros que revolotean a nuestro alrededor, ...

Escalar bajo un azul intenso apurando hasta que llega la noche y retornar a la casa embelesados con la visión del fascinante crepúsculo.

La Pedriza, un frágil y pequeño paraíso acosado por la voracidad de los humanos.



2 comentarios:

M.Eugenia dijo...

De verdad que da miedo ver por donde subis, la próxima vez me apunto.... (no te asustes)... y os hago las fotos.
Por cierto,de todos los atardeceres del mundo que he visto me quedo con los de Madrid, soy una privilegiada puesto que lo puedo disfrutar todos los días.
Un besazo

CRISTINA dijo...

Da miedo, mucho miedo...y es precioso.

Besos