4.12.10

El viaje interior.

Cuando cumplí 20 años me fui a las montañas del Atlas en una furgoneta R4, el mítico cuatrolatas,  atravesando una España casi sin autovías y un Marruecos sin apenas carreteras.


 
Fue un viaje iniciático. Toparme con una cultura tan diferente a la mía me supuso una enorme conmoción: los olores, el idioma, la fisonomía de la gente, todo me resultaba sorprendente y absolutamente distinto de lo que había vivido hasta entonces.
 A partir de ahí no he pasado ni un solo año de mi vida sin realizar algún viaje que alimentara mi insaciable ansia.

Algo ha cambiado este año. En este momento creo que necesito realizar otro tipo de viaje, no busco conocer montañas o culturas diferentes, si no conocerme a mi mismo. La lesión de mi rodilla tiene mucha culpa ya que por primera vez en mi vida viví sin prisas.

Llevo muchos años volcado en hacer bien mi trabajo y en largarme lo más lejos posible de mi casa en cuanto tenía tiempo libre. A un ritmo permanentemente frenético, casi de huida hacia delante.

Durante un tiempo al menos, quiero vivir el día a día tranquilamente con mi familia, estudiar alguna materia que me motive, sentarme en un "chigre" (bar-tienda tradicional astur)  y oír hablar asturiano a los paisanos, no uigur, kirguís, ruso o persa.


Mercado de Terskol. Kabardino-Balkaria. Rusia. Ascensión al Monte Elbrus


 
En el pueblo de Rineh. Mazandaran. Irán. Ascensión al Monte Damavand

















Mercado de Kashgar. Xinjiang. China. Ascensión al Monte  Muztag-Ata



El otro día fui a última hora de la tarde a escalar a Otura, una pequeña escuela muy cerca de casa. Sólo nos dio tiempo a hacer un par de vías, en esta estación el sol se oculta raudo. Descendí al suelo justo cuando se fueron los últimos rayos del sol, me senté sobre una roca relajado, sin prisas, y disfruté del espectáculo como si aquella fuera la primera vez que lo veía.




Y allí sentado decidí que llego el momento de volver a viajar ... pero.... esta vez será un viaje diferente, un viaje interior.