18.5.13

Montes Tatras. Polonia. Después del esquí


Finalizado el tiempo de esquiar montañas, comenzó la parte cultural de nuestro periplo por el sur de Polonia. Guardamos los esquíes en sus fundas, metimos todo nuestro material en los petates, y partimos de Zakopane en un autobus con destino a Kraków.

Cracovia, en castellano, es una ciudad monumental. La capital histórica de Polonia, que conservó el alma de la identidad polaca durante los largos siglos de ocupación por parte de las voraces potencias vecinas.

Nos alojamos en el corazón de su centro histórico y dedicamos el tiempo a pasear tranquilamente por sus calles, plazas y multitud de rincones con encanto, patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1978.

La Catedral de San Wenceslao y San Estanislao, el Castillo Real de Wawel, la ciudad vieja, el barrio judio de Kazimierz, la plaza de Rynek Główny,etc, etc.

Además de Cracovia, teníamos en la agenda del viaje otra visita obligada:  el Campo de Concentración de Auschwitz-Birkenau. Un viaje sobrecogedor a las profundidades de la sordidez humana. Visitar el museo nos trasladó al infierno al que nos encaminan el fanatismo y la intolerancia. Horroriza recorrer las dependencias del inmenso campo, mientras te van narrando las atrocidades que allí se cometieron. Una experiencia dura y necesaria, ya que como dice la célebre cita: "Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla".



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